Pero, y es la raíz de todos nuestros males, dicho acuerdo fue, y es actualmente, dejado de lado por los gobernantes a quienes se les da la noble tarea de administrar las naciones y las riquezas que ellas poseen, advocandose a satisfacer sus egoístas ambiciones los otrora custodios de las bondades de la sociedad pusieron, por sobre la soberanía de los pueblos, sus ansias de poder y dominación, creando todo un aparato político controlador en el que se despilfarran los recursos de los países, olvidándose de su primigenio mandato social que es impulsar el desarrollo del bienestar humano.
Olvidándose de cumplir el sencillo contrato social, que es administrar los recursos naturales y los impuestos poniéndolos al servicio del desarrollo social, los jefes de gobiernos han creado a nivel mundial una inmensa cantidad de seres humanos que apenas sobreviven en la más increíble pobreza.
Sin tan sólo hubiesen cumplido su parte del contrato social hoy la humanidad sería un verdadero paraíso terrenal, porque es grande la cantidad de recursos que la naturaleza ha dotado a este hermoso planeta y alta la capacidad trasnfomadora del ser humano, que de haberse invertido todo ese caudal de posibilidades en aras del desarrollo de la humanidad hoy día estaríamos viviendo en el país que cada uno soñamos, lleno de salud, paz, progreso y buena voluntad.
También es cierto que en cada uno de nosotros esta el poder de cambiar el orden actual, sabiendo elegir a nuestros gobernantes, escogiéndolos por sus capacidades y aptitudes humanísticas más que por sus carismas, sentaremos las bases para tener un futuro donde la pobreza no exista, sea esta material o espiritual.
No es un sistema político en particular el que nos va a sacar de la pobreza, es el acento, el énfasis en el desarrollo del espíritu humano el que nos llevará a convertirnos en un gran planeta, más por grandeza humana que por su tamaño.
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